Cuántos planetas se necesitan
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
El candidato presidencial Daniel Jadue afirmó que “la pobreza es más sustentable que la riqueza”. Y luego agregó: “hay que entender que en algún minuto vamos a tener que limitar la riqueza. Porque si alguien piensa que puede ser sustentable superar la pobreza elevando los niveles de consumo de los sectores populares al nivel de los sectores más pudientes, bueno, así el mundo no nos duraría ni cinco años”.
Como muchas de las cosas que Jadue plantea, sus afirmaciones obedecen a una intuición correcta, pero a una conclusión equivocada. Es comprensible pensar que el crecimiento económico pueda llevar a un mayor deterioro ambiental. De hecho, el propio Gandhi alguna vez se preguntó cuántos planetas se necesitarían si la India decidiera seguir el patrón de industrialización vigente en Gran Bretaña. Lo que Gandhi no pudo prever, y que Jadue se niega a observar, es que el resultado ha sido exactamente opuesto a esa intuición.
En efecto, los países más desarrollados han utilizado recursos naturales para lograr altos niveles de consumo e industrialización, aumentando aún más sus ingresos. Lo que en cualquier curso de introducción a la economía se denomina efecto ingreso. Pero también han podido optar por destinar esos mayores ingresos a proteger el medio ambiente (efecto sustitución). Ambas respuestas son posibles. Y lo que ha ocurrido realmente, gracias a su conciencia ambiental, es que han optado por lo segundo, destinar recursos a proteger más el medio ambiente.
De este modo, la mayoría de los países más ricos han resultado ser, al mismo tiempo, los más cuidadosos del medio ambiente, mientras que, en su extremo opuesto, son los países más pobres los que más han deteriorado su entorno.
Esto lo explica bien el Indice de Desempeño Ambiental de las universidades de Yale y Columbia, que confirma una “alta correlación positiva entre ingreso y protección ambiental”. Los primeros diez países en este ranking son de Europa occidental, y un poco más atrás vienen otros, como Estados Unidos, Japón y Australia. Chile en el número 45 es el mejor de los latinoamericanos, mientras que en general los peor ranqueados son las economías más pobres del África subsahariana. Y por supuesto, entre los países más pobres se encuentran los que tienen economías centralmente planificadas y son gobernadas por el Partido Comunista.
El punto es que para revertir los problemas ambientales que usualmente están asociados a los sectores más desposeídos -vertederos clandestinos, falta de acceso al agua potable y saneamiento, vectores, uso de leña y deforestación, por nombrar algunos- se necesitan recursos, se necesita inversión, pública y privada.
En otras palabras, sin crecer no se puede cuidar bien el planeta. Pero tampoco se lo protege creciendo, solamente. No basta el crecimiento económico, sino que se requiere que este crecimiento sea sustentable.
Por ello, es necesario promover sistemas de tratamiento y disposición adecuados, reutilización, reciclaje, estándares ambientales, tecnologías limpias, energías renovables, y ello sólo se logra cuando existe inversión y una fuerte conciencia ambiental.